Zygmunt Bauman (1925-2017), sociólogo y filósofo polaco exiliado en Inglaterra, y premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2010, fue uno de los intelectuales clave del siglo XX. Crítico con la sociedad contemporánea, a la que definió como «individualista» y «despiadada», acuñó el concepto «modernidad líquida».
Bauman, en su libro «Vida líquida», define el mundo actual bajo unos parámetros de continuos cambios, siempre marcados por la propia sociedad. Su concepto es que vivimos en un medio en el que nada se «solidifica», ni el trabajo, ni la pareja, ni los amigos, etc. Las condiciones cambian de forma constante, lo cual impide que se consoliden hábitos y, por lo tanto, que se construya una rutina determinada.
“Hace que los logros individuales no puedan solidificarse en algo duradero. Los activos se convierten en pasivos, las capacidades en discapacidades” Bauman.
Nuestra principal preocupación es no perder el tren de la actualización ante los rápidos cambios que se producen a nuestro alrededor para no quedar apartados por obsoletos. Objetos, personas, relaciones que pierden su utilidad en el mismo momento de ser usados.
“Destinados a intentar, una y otra vez, y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y a los demás, destinados a comunicar con y para el otro” Bauman.
¿Y el sistema de valores? ¿Nada es bueno ni es malo? ¿Todo depende del pensamiento de uno mismo? ¿Cómo podemos actuar con nuestros equipos de trabajo?
Las empresas actuales (con la proliferación de startups, y en gran parte, pequeñas y medianas) piden a su personal que sean colaboradores. No basta con trabajar, hay que comprometerse. Hoy en día, las empresas piden que las personas se fusionen con ellas. Necesitan un sistema de valores que pasa por el compromiso, la fidelidad, la implicación, la lealtad… en definitiva, valores duraderos.
Controversia y contradicción.
¿Cómo podemos liderar los equipos de trabajo en este escenario?
Somos humanos, seres sociales y, como tales, nuestro comportamiento tiende a seguir una idéntica estrategia vital y a usar señas compartidas, reconocibles e inteligibles. Esta es la clave del trabajo de los equipos.
“En este mundo, los triunfadores son personas ágiles, ligeras, volátiles” Bauman.
Se trata de marcar esas señas compartidas, de generar valores reconocibles por todos, crear sentimientos de pertinencia a un equipo y ofrecer ventajas, no necesariamente económicas, que aporten valor a cada persona, en formato de flexibilidad, identidad, etc.
¿Toda esta filosofía es nueva? ¿Innovadora? ¿Reciente?
Hace tan sólo tres décadas, las personas accedían jóvenes a las empresas, desarrollando toda su carrera profesional dentro de ellas, hasta jubilarse. Defendían los colores, incluso a superiores de la empresa, que muchas veces lo único (y nada menos) que ofrecían era ESTABILIDAD.
¿Volvemos a esos valores?
Recientemente, algunas grandes marcas han promovido la necesidad de fomentar dichos valores en su equipo y los venden como tal. “Hay un poquito de mí”, dice el trabajador.
Como trabajadora de Penta Learning, sé la importancia que tiene la implicación de un equipo y sus valores en un ambiente laboral, descubrir el potencial de un trabajador para sacar lo mejor de uno mismo en cada puesto de trabajo y potenciar a TODO el equipo.
Valores sólidos en un mundo líquido.