En multitud de ocasiones, vivir o morir es una cuestión de minutos. O incluso de segundos. En una situación de parada cardiorrespiratoria, más que nunca, el tiempo es oro para intentar que la persona afectada no fallezca inminentemente. Por ello, es fundamental avisar a los servicios de emergencia. Mientras éstos están en camino, disponemos de nuestros propios recursos para evitar un fatal desenlace. Todos conocemos (o deberíamos conocer) cómo se lleva a cabo la reanimación cardiopulmonar (RCP). Una reanimación correctamente realizada resulta muy efectiva.
Pero, además del factor humano, también contamos con un gran aliado para impedir la muerte de una persona en estado de parada cardiorrespiratoria. Se trata del desfibrilador. Fundamentalmente, existen dos tipos: el desfibrilador externo automático (DEA) y el desfibrilador externo semiautomático (DESA). Estos aparatos administran descargas eléctricas controladas a través de unos electrodos. Con su utilización, se pretende que la arritmia cardíaca que provoca la disfunción cardiorrespiratoria se restablezca a un ritmo normal. El uso del desfibrilador es bastante sencillo y seguro, puesto que el propio dispositivo va indicando con mensajes de voz qué se debe hacer en cada momento, dependiendo del estado del individuo.
En cuanto a la obligatoriedad de dónde se deben instalar desfibriladores, cada comunidad autónoma se rige por su propia legislación. Sin embargo, es un hecho innegable que la implantación de desfibriladores en los últimos años ha aumentado de una forma espectacular. Y es que, dejando a un lado la ley, en los lugares donde no es obligatorio habilitar estos aparatos, también es altamente recomendable disponer de ellos por su gran eficacia.
Como estos dispositivos están destinados a su uso fuera del ámbito sanitario, es necesario que las personas que deban utilizarlo posean una formación que les permita actuar de una manera rápida y eficaz. Dentro de su amplia oferta formativa, Penta Learning ha incorporado el curso “Experto en soporte vital básico (SVB) y uso del desfibrilador automático (DEA)”. Por eso, te animamos a que te informes y a que te inscribas en él. El mejor motivo que te ofrecemos es la frase que encabeza estas líneas: “El desfibrilador puede salvarte la vida”. ¿Existe un argumento más contundente?
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